sábado, febrero 06, 2010

Escenas - Tiempo (Cumpleaños)

Oh, el sol

(cuantos años sin verle
desde mi
primigenia pisada,
cuantos días de cariño
que he pasado entre
sus garras
de sortilegio pasajero)

y la luna desde
una lápida de cartón
en remolinos de parejas
clausuradas
por la vida

(cuando fue mi primer
día y las camelias
se secaron en trepidantes
manos de adormidera
acuosa)

yo que creí en la lluvia
me sentí vejada
al conocerles,

me sentí perdida entre los
pétalos de una
estrella fugitiva que me
caldeaba el cráneo
en una sombría mañana
de estío matutino.

(cuando escribí los latifundios
de las mañanas venideras
abracé los dientes de un
dragón empedernido, lleno de
cabizbajas sonrisas,
de aleros cartulíneos)

No quería crecer y ver
las rosas de un sueño
perdido entre unas manos que
se apagaban con el
frío del silencio.

(y así, las manos se me
fueron secando año trás
año, los dedos se recogían
como persianas y dejaban
en su rastro frío una flor
de amoratados recuerdos)

Escenas (La carpeta)

A los 18 años me volví
ilusionista,
eran tantas las mentiras
que me rodeaban,
y yo creaba tantas
que a veces se
hacían realidad,

la gente se mareaba en un
acueducto con
largos hilos de
misiones traviesas,

largas travesías de
sueños pasajeros

(como un papel
los escondí entre
mis suaves secretos).

A los 19 quiero ser
tripulante de un navío
angular, sonreír a los
peces que veo desde
mis entrañas aturdidas,

quiero verles desde un charco
entibiado con
el agua de mi cálida marmita
de pensamientos
olvidados,

(como peces, los escondí
entre mis
amagos de suave carencia)

y cuando se ponga el sol,
quiero desear
que mis sonrisas se
vuelen, a lugares
inhóspitos,
mis caricias se vuelen
en los brazos de una
muerte añeja,

(guardaré mis días
en un diálogo de
desgracias, en una carpeta
de pañitos manoseados).

Tiempo (Noche)

Enrojecí con las manos
hundidas en el polen
de los pies de las
abejas sudorosas,

con las piernas enrolladas
alrededor
del cuello del sombrío
sol y los
pechos sonrojados
con el ultimo rayo luminiscente
que me hundía el alma
a traves de una
mampara,

comprendía el canto de
las aves y
el caminar de las
hormigas,
en la tarde podía
tocar una mano con
la otra y cubrir las
nubes rollizas de
pasiones hermitañas,
en la noche podía sonreír
a las estrellas
con mis labios
acalambrados,

a medianoche sabia del
amor que no cubre nada
y hace reír, llorar,
cantar y esconderse a
la orilla del mar,
podía pedir perdón
con mis escúalidas palabras
que ardian en una marmita,

a esa hora, cuando los
dioses callan, comprendí
que era tan pequeña
que no podría tocar jamás
la luna.

Escenas - Tiempo (Supresores temporales)

¿Quién te dijo
alguna vez que las
manos se
mojaban con
el llanto del olvido
y las medusas se
olfateaban en
la vetusta lágrima
de diademas marinas?

Una vez conseguí
nadar más allá del horizonte
y las penas me cortaron en
dos trozos iguales
que se unían con
el sol,

las marmitas de esas
rucas escritas en
desbordantes noches de
pretextos absolutos
se cobijaban en
quimeras de amoríos
inconclusos.

(Suprimase el tiempo
mientras ralean los
segundos de la peste
negra,
suprimase el alma con
el acontecimiento mas duro
del momento)

No comprenderé las caricias
del amante
que zurca el mar
mientras su esposa
se acuesta con otro,
ni las mentiras hostiles
de los curas
cuando sin trepidar
mueven sus manos
en cuerpos absolutos.

Olvidaré para no
recordar llantos azules,

lloraré para no
reír canciones de silencio,

callaré para no
contar vidas declamadas
en poemas de dolor.

Se cae el día con tu
chorrito de
sangre, amigo,

se pudre el día
cuando tus manos
amortiguan mis
sonrisas.

Y aún así, después
de las trágicas
fiestas de
muerte

vamos quedando

vamos callendo

vamos muriendo

como el pez en un
acuario de jolgorioso cristal.

Tiempo (Mañana)

Me sorprendí a las
orillas de algún
efigenio río
con serpientes en los
ojos,

brotaba desde la
inmensa cordillera
de los Andes con
las manitos agarrotadas,

el río me miraba desde una
profundida acuosa
de calculos indeseados,
con su postrero dolor de
animal sosegado.

Las madreselvas
mortíferas
arañaban el alma con
su último olor a
húmedo paraíso,
las manos corroídas
de la misericordia -
llenas de hongos-
fueron tomando
amoríos de unos árboles
ulteriores que
sangraban todos
los días domingo en
la tarde.

Hacía frío en el
corazón opacado
de una amarga maniobra
sentimental,

y los vahídos de
los animales muertos
circulaban alrededor
de la trepidante
adormídera de
papel crepè
con las manos
siempre en alto.

Había que crecer tanto
para huír de
la suave llovizna.

Tiempo (Rastros en el camino)

Palabrería de las
muertas que se vuelcan
en harapos
y aturden con
su olor a trementina.

Esas cuestiones que
dicen las putas
antes de ser
asesinadas por el
nuevo alter ego de
Jack el Destripador.

Vapuleos,

conocimientos que se
pierden en medio
de la niebla,

y la sangre que nos cubre de
amoríos, calenturas, placeres
y descuidos nos va
embarazando del
violador de turno.

Esas manchitas que se
escurren de sus febriles
senos de mujer
angulada,

las manchitas que
expele tu boquita
cuando el nudo golpea
como un látigo
primigenio
al elixir de la existencia.