sábado, febrero 06, 2010

Tiempo (Mañana)

Me sorprendí a las
orillas de algún
efigenio río
con serpientes en los
ojos,

brotaba desde la
inmensa cordillera
de los Andes con
las manitos agarrotadas,

el río me miraba desde una
profundida acuosa
de calculos indeseados,
con su postrero dolor de
animal sosegado.

Las madreselvas
mortíferas
arañaban el alma con
su último olor a
húmedo paraíso,
las manos corroídas
de la misericordia -
llenas de hongos-
fueron tomando
amoríos de unos árboles
ulteriores que
sangraban todos
los días domingo en
la tarde.

Hacía frío en el
corazón opacado
de una amarga maniobra
sentimental,

y los vahídos de
los animales muertos
circulaban alrededor
de la trepidante
adormídera de
papel crepè
con las manos
siempre en alto.

Había que crecer tanto
para huír de
la suave llovizna.

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